ROJO Y NEGRO - Stendhal
(Año 2014)
Rojo y Negro
se convierte en mi libro más amado, ¿será la emoción que todavía me acompaña
después de varios días de haberlo terminado? Dejar unos días de reposo al final
apasionado y lacrimógeno me da la perspectiva suficiente para valorarlo como,
sin atreverme a decir la mejor, una de las mejores novelas que ha caído en mis
manos. Y solo me quedan las ganas de que dentro de unos años haya olvidado los
detalles para releerla como si fuera la primera vez, ansío una futura visita a
sus páginas que me vuelva a conmover con la misma intensidad.
Es inevitable
reconocer en Rojo y Negro lugares
comunes con la literatura de Dostoievski debiéndose a que comparten
la condición de novela psicológica, siendo
los estilos, fondo y forma de lo más
dispares entre ellos. Sin embargo, la comparación nos lleva a que ambos
exploran la mente humana, la autoconsciencia de la conducta de uno mismo y
desgranan permanentemente el papel que cada individuo juega dentro de la
sociedad.
Tomando por
ejemplo Crimen y Castigo, Raskolnikov se mueve por reflexiones filosóficas
desde el distanciamiento y aislamiento; en cambio Julien Sorel se integra y
sumerge en las distintas capas de la sociedad francesa del momento de forma
camaleónica. Y ambos de clase baja, proletaria y campesina respectivamente, el
primero no pretende salir de ella y el segundo a toda costa. Pero en ambos se
profundiza dentro de sus mentes en un continuo autoanálisis de su mente y
personalidad.
Rojo y Negro construye
de manera precisa y realista un carácter, el peso de la novela recae en la
personalidad de Julien Sorel.
Stendhal dibuja un condensado retrato de las pasiones y condición humana. En
este caso el joven cura encarna la hipocresía eclesiástica y en general la
hipocresía de la sociedad tanto en los pueblos de provincias como en la
capital, París. Julien reflexiona sobre este concepto repetidamente, fruto de
la observación de la gente que le rodea y su manera de actuar, y utiliza su
conocimiento e inteligencia superior para hacer de eso un arma con el que
conquistar a la sociedad. Y lo hace, precisamente, siendo hipócrita. Un cura
hipócrita consciente; y de su consciencia constante no hay momento en que no
actúe en función de lo que le marca su objetivo, de forma premeditada, fría y
totalmente calculadora; un carácter maquiavélico opuesto a una fisonomía que
inspira ternura e ingenuidad. Un estratega de las relaciones sociales: Rojo de
soldado y negro de cura; el disfraz para moverse bajo sus estrategias de ataque
y defensa.
A su vez vive
en la contradicción por el deseo de pertenencia a la misma sociedad que
critica, carente de valores y autenticidad, en soledad lee a Voltaire, oculta
su admiración por Napoleón y se enamora. El amor se interpone en su camino, su cabeza fría deja de estarlo para
acalorarse apasionadamente y perder el rumbo. De ahí su lucha entre lo racional
que le dicta su mente y lo irracional de su corazón que le frena en sus ambiciones.
Lo describe como un estratega del amor: batallas de seducción con claros ataques,
defensas y retiradas a tiempo.
El romanticismo
stendhaliano más pasional en contraposición con un profundo análisis social y
político.